Constantino I, fue emperador desde su proclamación el 25 de julio de 306 hasta su fallecimiento el 22 de mayo de 337. Nacido en Naissus (hoy Niš, Serbia) en el año 272, era hijo de Constancio I y Helena, y formaba parte de la dinastía Constantiniana.
Constantino desempeñó un papel fundamental en la historia del Imperio Romano. En 313, emitió el Edicto de Milán, que puso fin a la persecución de los cristianos y otorgó libertad religiosa a todas las creencias en el Imperio. Este acto marcó un cambio importante en la política religiosa romana y consolidó su legado como el primer emperador en abrazar el cristianismo.
Además, Constantino es conocido por haber refundado Bizancio como Constantinopla (la actual Estambul, Turquía), siendo esta la capital de la mitad oriental del Imperio. Facilitó la convocatoria del Primer Concilio de Nicea en 325, donde se formuló el Credo de Nicea, una creencia fundamental en el cristianismo.
La biografía de Constantino se enmarca en un contexto político complejo, con la tetrarquía y la división del imperio en dos partes. Constantino se proclamó augusto en el oeste en el año 306, lo que fue aceptado en Britania y Galia, pero no en Hispania. Esto desencadenó un período de conflicto en el que varios emperadores competían por el poder.
Finalmente, Constantino emergió como el gobernante supremo del Imperio Romano después de derrotar a Majencio en la batalla del Puente Milvio en 312 y a Maximino en 313. Desde 314 hasta 326, el imperio se dividió entre Constantino en occidente y Licinio en oriente. La paz se estableció en 317, y en 324, Constantino derrotó a Licinio en Crisópolis, consolidando su dominio sobre todo el imperio.
Tras su muerte en 337 d.C. el Imperio se dividió entre sus tres hijos, Constantino II, Constancio II y Constante.